En estos días recibimos novedades alarmantes a través de los medios: el dengue que afecta a miles de personas en casi todo nuestro país; la gripe porcina, como una amenaza mundial; los desastres naturales en diversos lugares. Se dice que en esta última década hubo más catástrofes que en los dos últimos siglos. La corrupción es moneda corriente en todos los estratos de la sociedad. La falta de moral y ética casi nos dejan sin capacidad de asombro. El egoísmo es rey. El amor escasea. La familia se desintegra. Crece de manera alarmante el número de niños sin padres. La creación de Dios está siendo arruinada por la ambición sin límites del hombre. La tierra está en peligro Nuestra casa, el planeta tierra, está en peligro. Dicen los expertos que el agua potable será el bien más costoso en los años que vienen. La capa de ozono se debilita cada día más. El calentamiento global afecta a todo el planeta. El aire está contaminado en muchos lugares. El clima ha cambiado produciendo sequías en lugares donde abundaba la lluvia e inundaciones en lugares históricamente secos. Aparecen nuevas enfermedades y reaparecen otras que creíamos erradicadas, como la tuberculosis Somos peregrinos Nos hará bien recordar que estamos de paso por este mundo, somos peregrinos. Somos ciudadanos del cielo. El Señor nos fue a preparar morada. Jesús predijo con meridiana claridad lo que iba a acontecer en los últimos tiempos. Nos hará bien leer todo el capitulo de San Mateo 24 en la Nueva Versión Internacional de la Biblia. Jesús salió del templo y, mientras caminaba, se le acercaron sus discípulos y le mostraron los edificios del templo. Pero él les dijo: «¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado». Más tarde estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos, cuando llegaron los discípulos y le preguntaron en privado: «¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?». «Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos. Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todav&i acute;a el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores. »Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se traicionarán y se odiarán; y surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin. »Así que cuando vean en el lugar santo "el horrible sacrilegio" de la que habló el profeta Daniel (el que lee, que lo entienda), los que estén en Judea huyan a las montañas. El que esté en la azotea no baje a llevarse nada de su casa. Y el que esté en el campo no regrese para buscar su capa. ¡Qué terrible será en aquellos días para las que estén embarazadas o amamantando! Oren para que su huida no suceda en invierno ni en sábado. Porque habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Si no se acortaran esos días, nadie sobreviviría, pero por causa de los elegidos se acortarán. Entonces, si alguien les dice a ustedes: "¡Miren, aquí está el Cristo!" o "¡Allí es tá!", no lo crean. Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos. Fíjense que se lo he dicho a ustedes de antemano. »Por eso, si les dicen: "¡Miren que está en el desierto!", no salgan; o: "¡Miren que está en la casa!", no lo crean. Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres. »Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, "se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos". »La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo. »Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre. Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada. »Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen. »¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo? Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: "Mi señor se está demorando", y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos? El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá. Lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas. Y habrá llanto y rechinar de dientes». Es desde esta lectura de la eterna Palabra de Dios en los labios de nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo y la observación de los hechos actuales que surge la pregunta: ¿Estamos en los últimos tiempos? ¿Cuánto falta para la segunda venida del Señor? 2 Pedro 3:8-9 dice: «Más, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento». ¿Qué significa esto? Creo que Dios quiere que estemos preparados para la segunda venida de Cristo y que eso no nos paralice en el servicio a Él y a nuestro prójimo. Dios es misericordioso y da tiempo a los no salvos para que se arrepientan. Mucho de lo dicho por nuestro amado Señor ya se está cumpliendo. No es necesario hacer una exégesis muy profunda para descubrir esta verdad. Ante esta realidad; ¿Cual debe ser nuestra actitud? Oremos, velemos y estemos a cuenta como si el Señor viniera mañana, y prediquemos, trabajemos, estudiemos, preparémonos para la vida, sirvamos y confiemos como si viniera dentro de quinientos años. Hugo Baravalle Presidente de ACIERA
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