Hace apenas unas semanas asistimos al dolor popular sentido y sincero en ocasión del fallecimiento del Dr. Alfonsín. A pesar de la enorme turbulencia con la que abandonó el poder anticipadamente, la historia lo honró por un indiscutido aporte a la nación: RECUPERAR LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA. Muchos sintieron que con su desaparición física nos dejaba un legado a todos los argentinos: el rumbo que Argentina debe tomar hacia su desarrollo y el alcance de su alto potencial como Nación está marcado por EL RESPETO DE LAS INSTITUCIONES. Resulta imprescindible que tanto dirigentes como dirigidos velen con seriedad por la sana y comprometida aplicación de las leyes y sus formalidades. Pocos días después, lamentablemente, fuimos testigos de la contradicción de estos altos valores esperables para el país. Las modificaciones en las agendas electorales; la manipulación de nombres para ocupar cargos electivos con el nombre de “candidaturas testimoniales” (una vez obtenida la banca como legislador nacional, provincial o municipal no asumirían esa responsabilidad, según lo manifestado públicamente) y la facilidad con la que los dirigentes abandonan el compromiso asumido para saltar a otra posición en el escenario político son todas acciones y situaciones que contribuyen a la destrucción de un sistema institucional serio, responsable y creíble. Necesitamos recuperar el sentido común. Necesitamos recuperar la palabra empeñada. Debemos limitarnos a cumplir con nuestro compromiso frente a cualquier circunstancia. Cuánto bien le haría al país contar con una dirigencia que valore el fin antes que los medios y que anteponga el “deber ser”, frente a cada decisión y acto político. Como cristianos evangélicos de la Argentina, oramos por nuestras autoridades. Las bendecimos. Y a la vez, como ciudadanos en pleno ejercicio de nuestros deberes y derechos, queremos hacer un llamado de atención a toda la dirigencia política nacional: No se dejen tentar por la búsqueda de éxito inmediato en desmedro de la credibilidad y la fortaleza de las instituciones. Es necesario pagar el precio de obrar de acuerdo a principios y valores que estén por encima de los deseos personales. Este es un llamado tanto a las fuerzas del oficialismo como también a todas las expresiones de la oposición. Como enuncia nuestra Ley Principal: en Dios, nuestro Señor Jesucristo, hallamos la fuente de toda sabiduría y justicia. Oramos a Él, para que sobre nuestra amada Argentina alumbren tiempos de reconciliación, de unidad nacional, de respeto a los principios y a los valores de la ética y la moral, de virtud en los responsables de tomar decisiones sobre la vida y el futuro de millones de ciudadanos. Nos ofrecemos asimismo, como un actor más en el desarrollo de esta gesta republicana que esperamos. Aciera
La Argentina seria, próspera, digna y transformada se construye sobre la base de la grandeza de sus dirigentes y dirigidos; sobre la calidad de las decisiones de sus ciudadanos; sobre el respeto y el cumplimiento de sus leyes; y en virtud de un espíritu social de esfuerzo, sacrificio, austeridad y progreso.
Rogamos a Dios que tenga una vez más misericordia de nuestra bendita nación.
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