Desde que llegaba a la oficina, inexorablemente y como si aquella mujer estuviera obligada a ello, comenzaba a lanzar indirectas en las que ridiculizaba su militancia cristiana. "Los evangélicos son unos agazapados, hipócritas, que predican sobre un Dios ni en el que ellos mismos creen; sino, obsérvelos cuando enfrentan crisis. Buscan a todos, menos a su Dios".
Ella escuchaba esas frases ofensivas, que revolvían sus entrañas y que en más de una ocasión la tentó a reaccionar con ira, incluso, a abalanzarse sobre ella y descargarle con golpes, toda la fuerza de su molestia. Pero reflexionaba inmediatamente que, además de inútil, echaría a perder su testimonio de fe y, por supuesto, ofendería a Dios. Obrar así no era amar al prójimo.
Un día el pastor le recomendó orar por quien le causaba daño. "No puedo hacerlo—se defendió ella--. Usted no sabe la clase de ataques que me lanza a diario. Aunque no lo quiera, el solo verla me produce molestia". Él sin embargo le insistió en la necesidad de clamar por esa mujer que le hacía la vida imposible.
Y lo hizo, no sin reticencia. No encontraba sentido a pedir e interceder por alguien que más que compañera de trabajo, parecía y actuaba un enemigo visceral. Persistió. En medio de sus oraciones, la recordaba. Por esa razón su mayor sorpresa fue cuando—dos meses después--, se enteró que pese a las críticas que profería contra los protestantes, terminó aceptando a Jesucristo como Salvador, cambió su forma de hablar e incluso, con ciertas reservas, comenzó a saludarla. "Soy cristiana", le dijo un día.
El mundo que nos rodea nos condiciona. Querámoslo o no, enfrentamos la tentación de actuar como los demás. Sin embargo en la Biblia aprendemos que nuestros patrones de comportamiento no pueden ser los del común. Como cristianos, nuestras pautas de vida son diferentes.
El autor sagrado lo dejó expresado de la siguiente manera: "
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad." (Salmo 37:3 )
Aún si recibe ataques, no renuncia a su condición de cristiano. Por el contrario, permanezca fiel al Señor. La Palabra es clara cuando nos enseña que temprano o tarde recibiremos recompensa por nuestra fidelidad. Nadie más puede entenderlo, pero sin duda usted sí, porque ante todo se mueve en fe. Obre movido por Dios, y experimentará transformación en su existencia...
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