Los vecinos hacían un enorme escándalo con música, palabras soeces y hasta retos a pelear, invariablemente desde el sábado en la tarde hasta el domingo en la mañana. Una verdadera tortura para aquella familia de cristianos evangélicos que madrugaban para ir al culto.
Eliel, el padre de familia, estuvo tentado muchas veces para salir a reclamar, pero su esposa lo llamaba a orden y le recordaba que temprano o tarde, aquél martirio terminaría. "No puedo soportarlo más", repetía él.
Aunque eran creyentes desde tiempo inmemorial, enfrentaban en ocasiones una escasez de dinero que les llevaba a restringirse de lo más mínimo, mientras que aquellos a quienes llamaban "escandalosos" del lado, todo les prosperaba. Como si se tratara del Rey Midas.
Ese sufrimiento, de ir al templo trasnochados, sin pegar el ojo y saturados de música estridente, duró dos años y tres meses, en los que no dejaron de clamar. El matrimonio terminó disolviéndose, dos hijos inmersos en la droga, con un embargo por no pagar a tiempo un crédito y sumidos en la derrota.
Por el contrario, la época de "vacas flacas" pasó para los cristianos aquellos. Los conozco de cerca y en ellos pude apreciar el fruto de perseverar en Cristo. Tienen un supermercado que, de una estantería con unas cuantas libras de arroz, fríjol y frascos de aceite, está avanzando y se encamina a ser un supermercado cada vez más próspero.
Si bien es cierto a veces pensamos que ser cristianos evangélicos no representa ninguna ventaja y que los inconversos son más aventajados, en la práctica descubrimos que no es así. El verdadero secreto de la victoria estriba en confiar en Dios, cualquiera que sea la circunsctancia.
La Biblia enseña: "
No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán. " (Salmo 37:1, 2)
Es probable incluso que alguien le esté oprimiendo. Por momentos siente que no resiste la situación. Si es así le invito a considerar de nuevo el pasaje. Descubrirá que llegará el momento en el cual, quien obra mal, será objeto de la justicia de Dios. Usted simplemente confíe en el Padre celestial; Él, además de protegerlo, cambiará las condiciones a su favor (Romanos 8:37).
Por://Ps. Fernando Alexis
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