¿Le resulta difícil soportar la carga de su prójimo?

Pie de Pató es un pueblo remoto perdido en las selvas chocoanas de Colombia. Una tierra sin dueño a la que a duras penas le pusieron nombre y en la que todo es tan primitivo, que todavía les despierta incredulidad cuando alguien habla del Internet y de un mundo fascinante en donde existe el ascensor, el trasbordador espacial y veloces sistemas de transporte. No conciben que la modernidad permita movilizar un parroquiano de un punto a otro, en cuestión de minutos, así los separe una enorme distancia.
Ellos prefieren utilizar los "paseros". Son hombres que cargan a otros por espacio de doce kilómetros con el propósito de llevarlos a Quibdo, la única ciudad que les abre las puertas a la civilización.
Abelino Hinestroza Palacio es uno de ellos. Toda su vida ha llevado sobre sus espaldas a quienes no se atreven a remontar la serranía del Baudó por temor a los abismos o a las empinadas montañas. Ellos le cancelan algo así como veinte dólares, haciendo la conversión a pesos colombianos. El los transporta. Suda a raudales, padece sed y, por momentos, desea renunciar, pero cumple su trabajo. Una ocupación tan antigua como el hábito de respirar. Se remonta a la colonización española.
Ser "pasero" representa para este rudimentario campesino, la única fuente de ingresos. Y no sabe cuándo terminará para él su trabajo, que para unos es indignante, para otros motivo de curiosidad, pero para Abelino, un destino triste al que no se acostumbra.
Llevando la carga ajena
Un principio práctico de vida cristiana es ayudar a quienes lo necesitan. Es cierto que aquellos que son pasivos nos despiertan inquietud. Desearíamos que actuaran, que reaccionaran, que no se quedaran inermes. Pero quizá nuestras posibilidades de mirar el mundo son más amplias. Tenemos facilidad para encontrar soluciones, mientras que otros no.
Personas así parecieran una carga. Como las que lleva Abelino sobre sus espaldas. Pero no debemos dejarles solos. Es necesario brindarles apoyo. En tal sentido escribió el apóstol Pablo: "Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación." (Romanos 15: 1, 2).
Un cristiano que ante la necesidad de apoyo, elude su responsabilidad, falta a las convicciones de fe que profesa. Los demás le llaman solidaridad. Nosotros, ayuda. Pero en esencia es lo mismo. Es estar ahí, junto a quien lo requiere. No volverles la espalda. Estar a su lado cuando llaman. Esa es la manifestación del amor de Cristo. Lo demás son

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