Lo que una dirección postal no puede cambiar

Alicia: Yo no me sentía una hija, me sentía la sirvienta, me sentía la persona que estaba obligada porque mis hermanos eran menores y pobrecito si mis hermanos les pasaba algo, a mí me caía.

Alicia Vidalón aprendió, a muy corta edad, lo que se necesita para dejar el piso reluciente, también era muy joven cuando descubrió que su trabajo duro no la hacia merecedora de los abrazos y los besos que si recibían sus hermanos.

Alicia: Y cuando yo miraba eso realmente me llenaba de rabia, me llenaba de cólera y yo decía: “¿Por qué? ¿Por qué yo no? ¿Por qué no a mí? ¿Por qué no a mi?” decía. Y lo único que decía era: “Dios yo debo morir, yo no debo de estar acá”.

ImageSe casó muy joven y dejó la casa de sus padres, pero para ese momento Alicia ya tenia un concepto de si misma que una nueva dirección postal no podría cambiar.

Alicia: Yo nunca me sentía esposa, me sentí sirvienta, me sentía que yo no servía, que solamente servía para hacer esto, hacer aquello, ayudar y hacer las obligaciones, porque dentro de mí la baja autoestima era tan fuerte, donde yo decía: mi esposo está conmigo por compasión no porque me ama, porque yo soy gorda, soy fea y hasta estúpida me decía. Y yo decía, “a ti nunca nadie te va a querer, porque tú no has nacido para que seas feliz.”

ImageCon el paso de los años, Alicia se resignó a que su vida siempre sería igual. De hecho, nunca le contó a nadie cómo se sentía, nisiquiera a su esposo.

Ángel Vidalón: Nunca llegué a saberlo porque era muy poca la comunicación que nosotros teníamos. Cada quién vivía su vida pero no sabía de las frustraciones lo que ella quería o lo que ella necesitaba.

Y aunque seguía dejando la casa reluciente, llegó el momento en que dejó de hacerse cargo de si misma. Y nadie parecía darse cuenta.

Alicia: Comía de todo desmesuradamente, ya no miraba la hora, comía a deshora, a donde quería, comía muchas grasas, muchas frituras, no meditaba, yo simplemente era un envase que recibía, recibía y recibía y todo el mundo me decía: mira la gorda que rico come, mira la gorda que rico come. Cuando la gente me preguntaba y me decía, cómo estás; yo les decía ya me voy a morir, ya dentro de poco yo me voy a morir. Yo siento que me voy a morir, pero por qué me decían, yo decía mira: tengo la artritis, me dolían los huesos, me dolían los tendones y la amargura que yo sentía dentro de mí era una cosa que inconscientemente deseaba la muerte.

ImageUn día, Alicia interrumpió sus quehaceres domésticos para ver televisión unos minutos. Fue entonces cuando vio la historia de una mujer que había atravesado por una terrible tragedia. Aquella no era una telenovela, era el Club 700.

Alicia: Yo creo que la necesidad que yo tenía que alguien me amara, la necesidad de poder tener una oportunidad de cambiar, la necesidad en esos momentos de ver que si esta mujer estaba pasando eso y para ella había una solución, para mi propia vida también iba a ver una solución. A pesar que yo no estaba pasando ese mismo problema.

En el Club 700, Alicia escuchó acerca del gran amor de Dios y su poder de transformar vidas, y decidió pedirle precisamente eso.

Alicia: Yo le decía, “Jesús, ayúdame a cambiar, yo quiero sentir tu amor, puesto que nunca he sentido realmente el amor. Ayúdame y enséñame a vivir, porque quiero ser otra. Ya no quiero vivir lo mismo”. Y yo sentí en esos momentos, algo que realmente doblegó mi corazón porque estaba muy duro, muy duro y a partir de ese momento yo empecé a buscar a Dios.

Luego de esa oración sincera, Alicia cambió su forma de pensar. En Dios, encontró las fuerzas que necesitaba.

ImageAlicia: Fui aceptándome a mí misma, aceptándome que mi vida tenía valor, aceptándome que yo era parte del sueño de Dios. Que yo era esa cosita preciosa que Dios había creado entre sus manos. Me compré un video y comencé a hacer ejercicios aeróbicos todas la mañanas, por la tarde y por la noche, tres veces al día. Comencé a ingerir mas líquido, porque era una de las cosas, que yo no tomaba líquido. Empecé a tomar más líquidos, comencé ya a dejar un poco las harinas, a comer más ensaladas.

Además de libras, perdió el miedo a hablarle a su esposo de sus sentimientos. Ángel notó que Alicia ya no era la misma.

ImageÁngel Vidalón: Cuando ella empieza a cambiar en su manera de trato y no solamente en el trato sino que es en el físico que ella empieza a cambiar, ya deja de ser una mujer amargada, una mujer que siempre estaba con el seño fruncido. Empieza a cambiar no solo conmigo sino también con mis hijos.

Hoy, Alicia sabe que su vida tiene un propósito porque es valiosa para Cristo. Y además tiene lo que anhelo desde niña: el más grande amor, el que Dios promete.

Alicia: Yo me siento la mujer más realizada de toda la tierra, ¿saben por qué? Porque en un tiempo mi vida no tenía propósito pero ahora si porque hago lo que me gusta. Dios está sacando los talentos y las virtudes. Ese potencial que un día yo no conocí ahora lo conozco.

Fuente: Club 700 hoy

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