Las lágrimas corren por el rostro de Beatriz cuando habla de cómo su vida se vino abajo cuando se enteró que era VIH positivo.
“Todos me rechazaban,” recuerda. “Pensé que mi vida había terminado. Pero luego participé en el Programa El Buen Samaritano y encontré aceptación, esperanza y amor. Por ello pude sostenerme y hacer algo bueno con mi vida. Ahora estoy en capacidad de apoyar a otros que están pasando por lo mismo que yo pasé.”
Esta abuela de Kenia es una de los cientos de miles de personas en África que están dando un giro a sus vidas a través de un programa educativo VIH/SIDA fundamentado en la Biblia llamado Programa del Buen Samaritano. Iniciado en 2004, hoy opera en 18 países africanos, desde Burundi hasta Zambia, además de otra docena de países que están listos para comenzar a implementarlo en cuanto haya financiamiento disponible.
“El programa usa la historia del Buen Samaritano para abordar de frente lo que es probablemente uno de los efectos más devastadores del virus: la estigmatización,” dice Kofi Agamah, quien supervisa el trabajo. “Hay tantas personas que son rechazadas por sus familias, comunidades, aun en sus Iglesias, pero el Programa del Buen Samaritano está ayudando a cambiar dicha situación.
“Ha sido maravilloso ver cómo tanto las personas infectadas como las saludables se unen para formar grupos de apoyo para el VIH, los cuales buscan activamente y cuidan de aquellos que han sido abandonados por sus familias.”
Beatriz, quien ha experimentado el dolor del abandono, cree que el combatir la estigmatización debería ser la parte clave de cualquier programa de VIH.
“Necesitamos parar la estigmatización,” dice firmemente. “Yo cuidé una niña VIH positivo que había sido rechazada por su familia,” agrega. “Como fue rechazada, ella no recibió el tratamiento médico correcto y murió. No quisiera ver que esto le suceda otra vez a nadie y por eso es que soy parte de este grupo de apoyo que cuida de las personas que tienen el virus.”
Rosa en Malawi dice que el Programa El Buen Samaritano le ayudó a tomar la decisión de quedarse y cuidar de su esposo cuando su examen indicó que era VIH positivo.
“Con la capacitación, me di cuenta que mi esposo era el hombre de la historia que había sido atacado por los asaltantes y que yo era la llamada a ser el Buen Samaritano,” comenta. “Mi amor por mi esposo fue renovado y lo cuidé”.
“Fui profundamente afectada por la capacitación y ahora soy facilitadora yo misma de El Buen Samaritano, y ayudo a otros a convertirse en buenos samaritanos con las personas que los rodean.”
Así como ayuda a reducir la estigmatización, el programa también juega un papel importante en la prevención del VIH/SIDA. Esto se logra a través de diversos talleres que abordan temas tales como la educación sexual, enriquecimiento matrimonial, temas de género y los peligros de la mutilación genital de las mujeres.
“El Programa El Buen Samaritano ha renovado la vida de mi gente: individuos, familias y diferentes grupos religiosos, que incluye a los musulmanes”, observa la Hermana Clementina Ngong, una monja de Camerún.
“No importa quiénes son o los problemas que enfrentan por el virus, ellos encuentran ayuda y apoyo para tener una vida positiva a través de este programa y el paquete de servicios de El Buen Samaritano. Les provee sanación en muchas formas: moral, física y espiritualmente.”
Las Sociedades Bíblicas Unidas de África apoyan esta maravillosa tarea en más de 20 países africanos trayendo esperanza y consuelo a quienes sufren esta terrible enfermedad y sus graves consecuencias.
Tomado de Sociedades Bíblicas Unidas
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