
El testimonio personal de C. H. Spurgeon:En mi conversión, el punto mismo en hacer el descubrimiento de que no tenía nada que hacer sino mirar a Cristo, y sería salvado. Pienso que yo había sido un muy buen y atento oyente; mi impresión acerca de mí mismo era que nadie jamás escuchó mejor que lo que yo lo hacía. Durante años, como un niño, procuré aprender el camino de la salvación; y, o no lo oí publicarse, lo cual pienso que de ninguna manera pudo ser el caso, o si no, estuve espiritualmente ciego y sordo, y no pude verlo y no pude oírlo; pero las buenas nuevas de que yo, como un pecador, debía dejar de mirarme para mirar a Cristo, me sorprendieron...