Por espacio de siete años Adrián de Jesús Dávalos fue cristiano evangélico. Iba a la iglesia cada domingo, porque en semana trabajaba hasta bien entrada la noche. Leía la Biblia con asiduidad y sólo su esposa podría describir la buena cantidad de horas que llegó a pasar en oración, de rodillas junto a la cama. "Es un hombre consagrado a Dios", solía repetir a sus amistades cuando le preguntaban acerca de la devoción de su esposo.
Lo embargó una profunda alegría el día que le anunciaron su designación como líder del grupo de caballeros. Debía presidir las reuniones los sábados en la noche. Además, fue encargado por el pastor de su denominación para que preparara los mensajes. "Invita siempre a los hombres para que tengan un encuentro personal con Jesucristo", le recomendó.
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